sábado, 20 de agosto de 2011

Matrioska.

Lentamente alza el vaso,
sus labios salpicados por vodka,
su garganta fuego en fase de propagación,
saca algo del bolsillo,
un cigarrillo y un anillo,
-¿Fuego señorita?
-Por supuesto
una vez encendido el cigarrillo,
empieza a sonar Sinatra.
En su interior una batalla entra en acción,
mentiras del pasado se renuevan en el presente,
pesadillas invadiendo su sueño noche tras noche,
llaves que abren puertas de habitaciones salpicadas de rumores,
tacones de centímetros de longitud para ignorar la distancia de la caída,
tornados inundan su corazón sangrante,
euforia y paranoia,
triángulos sin hipotenusas para no salvar las distancias,
maquillaje para guardar la confidencialidad.
Coge el anillo,
lo mira fijamente,
mentiras se reflejan en él,
el dolor y remordimiento se identifican ante ella,
la pérdida hace acto de presencia,
la noche cae y ella quiere renacer,
quitarse el polvo de las cenizas,
el vodka da resultado,
las penas creen desvanecerse,
el cigarrillo calada a calada dice adiós,
igual que ella al anillo,
da igual todo,
no importa si recibió desprecio a cambio de amabilidad,
la batalla tiene ganador,
porque su corazón cierra la función.
Ella se levanta,
deja un billete como propina,
la marca de su pintalabios,
el vaso y el anillo el único rastro de su paso.



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