viernes, 31 de mayo de 2013

Vernon

-Yo, yo no sé qué es lo que pasó, de repente estaba envuelto en una sábana y a mi lado había un ataúd, la habitación, la habitación era oscura, sólo había un agujero en el techo, creo que lo habían hecho para que pudiera respirar porque de no haber habido ninguna abertura más hubiera muerto asfixiado.
La habitación era sumamente fría, el ataúd parecía nuevo, estaba abierto, al principio me asusté porque pensé que había alguien ahí dentro, usted sabe que no es plato de buen gusto compartir horas de tu vida con un cadáver, pero el caso es que yo al estar enredado con una sábana y atado con una cuerda me era un poco difícil levantarme, y sabe qué es lo peor, me dolía todo el jodido cuerpo era como si todo mi cuerpo estuviera lleno de moratones o no sé, quizás haber estado durante horas en la misma posición habían hecho que mi cuerpo se llenase de moratones, ¿usted sabe si eso es posible?
Yo miraba hacia el agujero del techo, era mediano, tenía miedo de que algún animal se colara por ahí o que un pájaro me cagara en la cara, ¿cómo coño me iba a limpiar la cara?
Mis ojos se dirigían al ataúd, empecé a gritar, nadie me había tapado la boca, no tenía mordaza, ni un trapo metido en la boca, pensé que las personas que me habían metido allí, eran unos hijos de puta sin un gramo de inteligencia, disculpe por mi expresión pero no me diga que usted no pensaría lo mismo.
Pude escuchar como pasaba un camión, no sé si era un camión o un coche familiar, lleno de niños berreando y diciendo: "Papi, ¿cuándo llegamos?" y el padre con una cara de aburrimiento que preferiría cambiarse por mí y ser él que estuviera enredado con un sábana y atado con una cuerda.
Como buen humano que soy me puse a gritar, grité y grité pero nadie me escuchaba, quizás el muerto, si es que había un muerto dentro del ataúd, él o ella era el único o única que me escuchara.
Sabe pensándolo bien, no sé si ahí podría haber una mujer, un mujer muerta haciéndome compañía, la cita perfecta, cuando paré de gritar, me paré a pensar si la mujer, suponiendo que el muerto fuera una mujer, estaba en proceso de descomposición, con suerte todavía los gusanos no le habrían empezado a devorar la cara, así podría ver su rostro, tal vez puede que la conociera, quien sabe.
A todo esto empecé a tener hambre, miré el ataúd, ¿y si las personas que me habían metido ahí querían que me comiera al muerto o a la muerta?, ¿llegaré al canibalismo? 
Volví a mirar hacia el techo, ese puto agujero mediano, hice una bella comparación era como un ano de un gigante, no sé si me comprende pero, tenía que encontrar el lado divertido de esa situación.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Diego (21:40)

Quiero tirar al suelo una docena de copas de cristal,
observar como los fragmentos de las sangrientas copas quedan suspendidos en el espacio,
quiero romper la ventana de mi habitación,
dejar que el aire frío queme mis pulmones,
arrancarme la escarcha que llevo clavada en el corazón,
perderme y no tener miedo de mirar atrás,
sonreír y no llorar,
el día que nos conocimos,
dime cuál es la diferencia entre amar y amar sangrando,
tatuajes en mi espalada y uno en mis labios,
tu paso por ellos,
de repente la luz cegadora,
ella no lo sabe,
¡responde!
no hay respuesta que valga la pena escuchar,
nuetras miradas chocaron,
¡¿por qué las nuestras?!
ella, ella no lo sabe,
¡¿por qué los dos?!
¡¿por qué esto?!
tan intenso que quema mi garganta al pronunciar tu nombre,
en estado de amnesia quiero recordarte,
porque dos miradas igual de afiladas chocaron una vez,
porque una ilusionada vio algo con ojos de vidente,
una rosa con espinas es lo que somos,
las espinas que ambos llevamos clavados,
ella debería saberlo,
no sería una buena idea su conocimiento,
ser valiente y dejarlo pasar,
creo que no tengo una oportunidad,
ella tal vez sí,
dime si realmente es algo bonito el amor a distancia,
mi corazón fluyendo valentía para no volver a caer en ti,
medidores en mis palabras para callar el sentimiento,
déjame que sueñe,
déjame vivir con esta pesadilla tan irreal como incierta,
imaginaré que algún día nos conocimos,
recordaré verte tal y como te veo ahora con esos ojos brillantes,
ella no sé si lo sabrá,
al igual,
todos somos partícipes de este juego,
con dos ganadores,
déjame que juegue al Blackjack,
ya he perdido muchas veces,
sé lo que es retirarse del juego con el sentimiento perdedor,
me alejaré,
ella lo notará,
¿y tú?
no lo sé,
ondas que se propagan en el vacío,
astros que algún día esperan encontrarse.