sábado, 19 de noviembre de 2011

Relatos separados.

Rescate del amor,
nadie puede pagar una cantidad tan grande,
nadie puede pagar la felicidad de dos personas,
perdóname por no rescatarte y dejarte ser feliz,
en el lugar que los corazones nunca duermen,
donde mis pensamientos y los tuyos se unen,
personas que se cruzan en el semáforo,
que no se conocen,
que un día acabaron compartiendo una helado,
no es necesario enviar a prisión preventiva a alguien que desepera con locura encontrar a alguien,
hace meses a un chico le pidieron todad su tristeza como fianza,
salió y encontró la mínima parte de la feliciadad,
la otra parte la está empezando a descubrir,
ella dijo que no se enamoraría platónicamente,
en primavera descubrió un cantante que tocó sus neuronas,
él estudió durante una semana y media,
conoció a una chica que quiso conocer compartiendo un helado.

Herido.

Prefiero caminar bajo la lluvia,
al verte no sé que pensar,
te observo con inquietud,
la lluvia sigue cayendo,
no sé cuando terminará,
los minutos se hacen o parecen eternos,
la frontera entre la convicción y la perdición me hace caer en cuenta que te quiero,
si es algo absurdo e irreverente,
no lo sé,
todo resulta agobiante y desesperante en esta atmósfera,
tú tan callado,
el espacio es infinito,
la tinta de los bolígrafos calla las palabras,
resulta horrible verte ahí,
en silencio,
tú quizás entiendas que los pentagramas esconden sorpresas,
espero que algún día te des cuenta.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Mientras.

El piano deshoja dulcemente una melodía,
nadie se para para contemplarlo,
no es fácil reconocer tus huellas,
el no entender tu silencio,
ella dice quererte,
si tú rozarás el viento gélido que tocó mi corazón,
no intenté mirar a los ojos,
rechazé las ganas,
crucigramas y encrucijadas se debatieron,
al final la tempestad pasó,
y me detuve,
me paré,
a escuchar la melodía que aquel pianista descomponía.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Conversación de la noche.

La Luna brilla como una descarga de mil voltios,
el desierto recorre todos los extremos de esta infinita habitación,
un desierto sin duna ni arie abrasador,
partículas brillantes a miles de kilómetros de distancia,
el desierto espacial se presenta como un lienzo,
¿por dónde comienzo a dibujar?
las voces mortales no estremecen esta tranquilidad,
estocadas de luz incandescente,
mi ojos reflejan el Sol,
el vacío y la soledad,
fantasmales siluetas se aparecen delante de la tranquilidad,
no sé que pensar,
miro hacia el gigante verdiazul,
una aurora envuelve mi cabeza,
sonidos, imágenes, enfados,
diferentes estados,
¿qué hago aquí?
este es mi desierto,
pero no me pertenece,
desciendo, aquí no hay nadie,
no quiero, bajar,
espero,
no se oye nadie,
todo adquiere un aspecto lóbrego,
el lienzo deja de ser tranquilidad,
mis tímpanos a punto de estallar,
el lienzo se desgarra,
los planetas explotan,
las estrellas son borradas,
la oscuridad cernida sobre el desierto fragmentado,
una luz profunda se divisa a lo lejos,
hasta hacerse más visible,
despierto.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Después, un segundo antes.

Si es la hora de partir y no quieres perder el barco,
¿por qué no te vas?
si aquí donde estás no te une nada,
y en la taberna de Elisa nada debes,
realmente alcanzaste el nivel de soledad y abstramiento tan deseado,
si ya nada cambia y nada quieres,
el tiempo que viviste hace un segundo ya es parte de tu pasado,
si cerraste la puerta y luego lloraste hasta el amanecer y nada cambió,
entonces, ¿por qué no te vas?
si olvidaste los zapatos aquel día de lluvia y aún así eras feliz,
con la lluvia mojando tu pelo, tus pies fríos pisando el asfalto,
si el día que te rechazaron no lloraste sino que sonreíste,
cuando no te entendieron y tú los entendiste a ellos,
¿para qué partir?
tú fuiste el que gritó en medio del concierto,
tú fuiste él que aprendió lo que otros creen que es mejor olvidar,
recuerdas cuando dijiste : "Olvídalo",
y no fuiste capaz de olvidarlo porque la curiosidad asaltó tu cabeza,
me haré un tatuaje en el brazo con tu nombre,
y tú tatuarás en tu mano el día de tu partida,
respóndeme una cosa,
¿de verdad quieres irte?

jueves, 3 de noviembre de 2011

Él.

Si las opciones terminan, entonces ¿qué queda?
no será como el cigarrillo que se consume calada a calada,
o como el limón mohoso arrinconado en la nevera,
mira con ojos extraños,
desata un vendabal entre los visitantes,
si es mejor encerrarse en una habitación de cuatro paredes,
no lo haré,
cuando los cerrojos desatan furia y cierran eternamente ventanas hasta tu consumición,
el frío produce tu recuerdo sonámbulo en mi mente,
no hay emotividad sin recordar las callejuelas del pasado,
no olvidé la contraseña, más bien deseché esa parte de mi memoria,
fui a una feria y perdí el oeste,
no supe diferenciar tus ojos del resto,
si cada vez que miraba atrás te hubiera visto entonces nunca habría regresado de la feria,
el cielo se tiñe azul, lo teñiremos de naranja,
resta importancia las dificultades,
si ayer dije no y hoy digo quizás,
si no hay nadie detrás de la puerta,
abriré una ventana para gritar tu nombre,
si en la oscuridad mis ojos encuentran la luz,
no me alejaré,
ellos dijeron que estarían aquí en mi llegada,
mintieron, tan solo una carta con un número,
llamé,
tan solo oi el sonido distorsionado del estallar de una estrella,
una llamada que hiere,
pero que sirve para explicar del abandono,
la caída en el fondo marino,
no obstante no sobrevivió hundido bajo los efectos del alcohol,
encima de la mesa una carta dibujada en ella una sonrisa y una gota de sangre,
peligrosamente sangrienta,
sus ojos caminan dibujando el camino incorrecto,
si no te quedan más opciones, ¿qué te queda entonces?