Liberada del manicomio del amor,
donde ingrese por ti,
por mis locuras desesperadas,
por arrebatos sin motivo aparente,
por mi vida decadente,
por ese veneno,
que es dulce y quema,
que arrastra a una dimensión inexplorada,
por que tú eres la causa de mi dolencia,
de mi amarga enfermedad,
porque a ti te confié mis labios y corazón,
y ahora resulta que he perdido la razón,
pero después de analgésicos que resultaron ser el alcohol y los cigarrillos,
pero las heridas se cierran,
al igual que yo he cerrado las puerta de mis recuerdos a tu lado,
porque tú, insignificante,
no mereces mis lágrimas,
liberada de este manicomio,
en el que muchos ingresan,
y pocos salen ilesos.
P.D.: Guitarras desafinadas.
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