jueves, 3 de noviembre de 2011

Él.

Si las opciones terminan, entonces ¿qué queda?
no será como el cigarrillo que se consume calada a calada,
o como el limón mohoso arrinconado en la nevera,
mira con ojos extraños,
desata un vendabal entre los visitantes,
si es mejor encerrarse en una habitación de cuatro paredes,
no lo haré,
cuando los cerrojos desatan furia y cierran eternamente ventanas hasta tu consumición,
el frío produce tu recuerdo sonámbulo en mi mente,
no hay emotividad sin recordar las callejuelas del pasado,
no olvidé la contraseña, más bien deseché esa parte de mi memoria,
fui a una feria y perdí el oeste,
no supe diferenciar tus ojos del resto,
si cada vez que miraba atrás te hubiera visto entonces nunca habría regresado de la feria,
el cielo se tiñe azul, lo teñiremos de naranja,
resta importancia las dificultades,
si ayer dije no y hoy digo quizás,
si no hay nadie detrás de la puerta,
abriré una ventana para gritar tu nombre,
si en la oscuridad mis ojos encuentran la luz,
no me alejaré,
ellos dijeron que estarían aquí en mi llegada,
mintieron, tan solo una carta con un número,
llamé,
tan solo oi el sonido distorsionado del estallar de una estrella,
una llamada que hiere,
pero que sirve para explicar del abandono,
la caída en el fondo marino,
no obstante no sobrevivió hundido bajo los efectos del alcohol,
encima de la mesa una carta dibujada en ella una sonrisa y una gota de sangre,
peligrosamente sangrienta,
sus ojos caminan dibujando el camino incorrecto,
si no te quedan más opciones, ¿qué te queda entonces?

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