domingo, 13 de noviembre de 2011

Conversación de la noche.

La Luna brilla como una descarga de mil voltios,
el desierto recorre todos los extremos de esta infinita habitación,
un desierto sin duna ni arie abrasador,
partículas brillantes a miles de kilómetros de distancia,
el desierto espacial se presenta como un lienzo,
¿por dónde comienzo a dibujar?
las voces mortales no estremecen esta tranquilidad,
estocadas de luz incandescente,
mi ojos reflejan el Sol,
el vacío y la soledad,
fantasmales siluetas se aparecen delante de la tranquilidad,
no sé que pensar,
miro hacia el gigante verdiazul,
una aurora envuelve mi cabeza,
sonidos, imágenes, enfados,
diferentes estados,
¿qué hago aquí?
este es mi desierto,
pero no me pertenece,
desciendo, aquí no hay nadie,
no quiero, bajar,
espero,
no se oye nadie,
todo adquiere un aspecto lóbrego,
el lienzo deja de ser tranquilidad,
mis tímpanos a punto de estallar,
el lienzo se desgarra,
los planetas explotan,
las estrellas son borradas,
la oscuridad cernida sobre el desierto fragmentado,
una luz profunda se divisa a lo lejos,
hasta hacerse más visible,
despierto.

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